LAS GUERRAS BALCÁNICAS
ANTECEDENTES
Después del bullicioso Congreso de Viena, donde
se repartieron las tierras europeas como dulces después de la era de Napoleón,
el Imperio Otomano, un tanto herido por perder influencia en Egipto, comenzó a
desmoronarse lentamente. Esto abrió paso a los nacionalismos fervientes de las
diversas etnias balcánicas, incluyendo serbios, montenegrinos, búlgaros,
griegos y rumanos, todos buscando su independencia y autodeterminación.
Como en cualquier buena historia, la acción
comenzó con la Guerra Ruso-Turca, donde los otomanos se llevaron una paliza, lo
que llevó a los griegos a proclamar su independencia. Pero eso no es todo,
¡también tuvieron su propia serie de peleas! La guerra serbo-turca resultó en
otra derrota para los turcos, agregando más problemas al ya maltrecho Imperio
Otomano en Europa.
Avanzando rápidamente hasta 1908, los Jóvenes
Turcos, un grupo revolucionario turco que buscaba derrocar a la Monarquía
Otomana, se apoderaron del poder en Estambul, lo que benefició a países como
Bulgaria, que acababa de obtener su independencia, Rumania, que se había
unificado en un reino, y a Grecia, Serbia y Montenegro.
Para agregar más leña al fuego, en 1911, mientras
los turcos luchaban por Libia contra Italia, se presentó una oportunidad dorada
para Bulgaria, Grecia, Serbia y Montenegro. ¡Parece que todos querían una
rebanada del pastel otomano!
CAUSA E INICIO DE LA GUERRA
Imagina la escena: los turcos, todavía lamiéndose
las heridas tras perder contra Italia, se quedaron boquiabiertos cuando Austria
decidió anexar Bosnia y Herzegovina. ¡Menudo golpe bajo!
Y como si eso no fuera suficiente, sus enemigos
de Bulgaria, Grecia, Montenegro y Serbia decidieron formar un grupito llamado
la Liga Balcánica. ¿Qué hacen cuando te encuentras rodeado por todos lados?
Bueno, si eres los turcos, te preparas para una guerra.
En Montenegro, decidieron que serían los
valientes primeros en lanzarse al ruedo. Y vaya que lo hicieron. Eso puso a los
turcos en una situación incómoda, con un sultán que parecía más una marioneta
de los Jóvenes Turcos y una coalición de enemigos que se multiplicaba como
conejos. ¿Qué podía salir mal?
El 8 de octubre de 1912, los ejércitos de la Liga
decidieron invadir los territorios balcánicos aún bajo dominio otomano, con una
ayudita de los revolucionarios albanos, que buscaban nada menos que la
independencia de su país. ¡Eso sí que es un giro inesperado!
Y como cereza en el pastel, los turcos no
tuvieron ni tiempo para reaccionar. Derrotas en Marita y Tracia los dejaron
tambaleándose, mientras Grecia se lanzaba a la acción en Macedonia del Sur y
Bulgaria se adentraba en Tracia. ¡Vaya día para ser turco
Los serbios y montenegrinos también querían su
parte del pastel. Mientras Grecia y Bulgaria se dedicaban a conquistar
territorios, los serbios se centraban en la Macedonia del Norte y Montenegro en
la costa, dándole una manita a los revolucionarios albanos.
Con tantos ataques por todos lados, los turcos no
sabían ni por dónde les llovía. ¡Incluso estuvieron a punto de ver a los
búlgaros en Estambul, la capital otomana! Al final, en 1913, los turcos se
rindieron y firmaron el Tratado de Londres, más por las presiones de las
potencias europeas que por un verdadero deseo de paz. ¡Menuda fiesta!
TRATADO DE LONDRES, LA PAZ DE UNA GUERRA EL CASUS
BELLI DE OTRA
Y como buena respuesta a esa insatisfacción,
surge una agresión contra Serbia. ¡Vaya manera de empezar una pelea! La Liga
Balcánica, que incluía a Serbia, el antiguo enemigo turco y hasta a Rumanía,
decidió que Bulgaria no se iba a escapar fácilmente de otra guerra. ¡Qué lío se
armaron!
LA SEGUNDA GUERRA UNA NUEVA PAZ
¡Y ahí vamos de nuevo! Después del inicio de la
Segunda Guerra Balcánica, que fue más corta que una fila en una tienda de
donas, duró apenas dos meses, de junio a agosto de 1913. En esta ronda,
Bulgaria fue el pobre enfermo de la guerra. Y para ponerle punto final a todo
el embrollo, se firman los Tratados de Bucarest (entre Grecia, Serbia, Rumanía
y Montenegro contra Bulgaria) y Constantinopla (entre el Imperio Otomano y
Bulgaria), dando fin a las Guerras Balcánicas. Y bueno, para poner las cosas en
perspectiva, entre las dos guerras, hubo unas 344,000 bajas del lado turco y
unas 304,565 entre búlgaros, rumanos, griegos, montenegrinos y serbios. ¡Vaya
manera de ponerle fin a una fiesta, con un dolor de cabeza colectivo!
Las consecuencias de esta guerra, aunque pocas en
número, son más bien del tipo cultural. Los turcos, que antes eran como los
reyes del Imperio Otomano, ahora se quedaron sin ni una pizca de poder en los
Balcanes, ¡y ni hablar de los beneficios VIP que les daba Estambul!
Además, estas guerras sembraron las semillas de
las rivalidades y alianzas que eventualmente llevaron a la Primera Guerra
Mundial. Todo se dividió en dos bandos: por un lado, la Triple Entente, formada
por el Reino Unido, Francia, Rusia, y con el agregado de Serbia, Montenegro,
Rumania y Grecia. Por otro lado, la Triple Alianza, compuesta por Alemania,
Italia y Austria-Hungría, con el Imperio Otomano y Bulgaria también metidos en
el lío. Esto nos deja claro cómo el revanchismo puede desatar un caos total, como
lo fue la Gran Guerra, que a su vez abrió paso a un conflicto aún peor: ¡la
Segunda Guerra Mundial!
¡Y así concluimos este emocionante viaje a través
de la historia, explorando un conflicto que dejó a toda Europa con el pie
izquierdo al inicio del siglo XX!
¡Hasta la próxima vez, queridos exploradores del
tiempo! Que sus aventuras históricas sigan siendo tan fascinantes como siempre.
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