EL AUGE DE NAPOLEON, LA GUERRAS REVOLUCIONARIAS

 




¡Saludos a todos, viajeros del tiempo! Hoy nos sumergimos en las grandiosas proezas del diminuto titán, ¡el hombre que demostró que la altura no es impedimento para alcanzar la grandeza! Prepárense para adentrarse en la fascinante y trepidante historia del conflicto más candente de Europa en los albores del siglo XIX. Este post estará dividido en dos partes, ya que exploraremos cada enfrentamiento de las Guerras Napoleónicas. ¡Acompáñenme en este emocionante viaje por el pasado!




ANTECEDENTES

Volando hacia los tumultuosos días de la Revolución Francesa, donde todo estaba más agitado que una licuadora en pleno ciclo de licuado! La Revolución, que estalló alrededor de 1789, fue liderada por personajes como Maximilien Robespierre y Jacques Pierre Brissot. Este período caótico en Francia, más confuso que un laberinto de espejos, fue marcado por las Guerras Revolucionarias Francesas. Estas batallas fueron como una montaña rusa para nuestro protagonista, Napoleón Bonaparte, catapultándolo hacia la fama en su patria.

En resumen, estas guerras fueron los primeros intentos de varios países, como Gran Bretaña, Rusia, Prusia, Austria (también conocida como el Sacro Imperio Romano), España y los estados italianos, para sofocar el ardoroso republicanismo francés que se estaba extendiendo como un reguero de pólvora por toda Europa.

 Y aquí es donde entra en escena nuestro héroe Napoleón, un joven general formado en la École Royale Militaire de París, nacido en la intrépida Córcega y empapado de los ideales de Robespierre y Brissot. Sin embargo, las cosas se pusieron peliagudas en su tierra natal cuando los independentistas corsos liderados por Pasquale Paoli, una vez admirado por Napoleón, lo obligaron a huir con su familia hacia el polvoriento continente europeo, que digamos, no era precisamente el lugar más acogedor del mundo.

PRIMERA COALICIÓN

¡Regresemos a los tiempos revolucionarios de Francia, cuando los Borbones estaban más apretujados que un sándwich de jamón en hora punta! Aquí nos encontramos en pleno meollo entre Gran Bretaña, Austria y el Reino de Piamonte-Cerdeña, quienes, con sus relaciones diplomáticas tensas con la República Francesa, se tomaron muy en serio la Declaración de Pillnitz. Esto desencadenó que Francia le declarara la guerra a Austria, desatando una reacción en cadena que culminó en la formación de la Primera Coalición. La cosa era como un juego de cartas desequilibrado, con los grandes pesos pesados (Prusia, Austria dentro del Sacro Imperio, Gran Bretaña, Cerdeña y España hasta 1796) enfrentándose a Francia y la República Bátava. ¿No les parece que los equipos estaban un poco desparejos?

Pero bueno, este primer asalto de las Guerras Napoleónicas duró desde 1792 hasta 1797, durante los cuales Francia jugó sus cartas con maestría, siempre apostando por su as bajo la manga, la carta Bonapartista. Desde el inicio, con la toma de Tolón, Napoleón fue escalando peldaños en la jerarquía militar francesa. Tanto así que, al final de la contienda, firmó la paz con Austria. ¡Pero no nos adelantemos!

Cuando Napoleón echó un vistazo al estado de las tropas en Tolón, decidió darle una vuelta de tuerca a la estrategia. ¿Qué hizo? ¡Atacar con cañones en lugar de rifles durante la noche! Esto causó estragos en el bando enemigo, ganándose así el respeto y la admiración. Mientras tanto, en el norte, un ejército francés hizo morder el polvo al imponente ejército prusiano en Valmy, marcando el inicio oficial de la guerra.

En el frente central, Francia ocupó territorios a lo largo del Rin, infligiendo derrota tras derrota al Sacro Imperio. Además, el ejército francés bajo el mando de Napoleón lanzó campañas en Saboya y Niza (parte del Reino de Cerdeña), asegurando territorios y catapultando a Napoleón hacia la fama con la campaña italiana.

Para 1796, Francia estaba en racha, arrebatando territorios y firmando la paz con varios países. Gran Bretaña fue uno de ellos, tras batallas como la de Milán y el Asedio de Mantua. También en 1795, España se unió al bando francés tras firmar la Paz de Basilea. Mientras tanto, después de obligar a Cerdeña a firmar la paz, Francia se centró en Austria, que finalmente se retiró de la contienda tras los avances napoleónicos en Tirol y el temor de que Bonaparte capturara Viena. Así se selló la paz de Leoben, poniendo fin a la Guerra de la Primera Coalición. ¡Vaya tiempo más movido!

SEGUNDA COALICION

¡Tras la caída de la Primera Coalición, Francia se lanzó al ring con dos nuevos aliados: la República Bátava, la República Cisalpina y la República Helvética, junto con nuevos compinches como Dinamarca y España! Pero las cosas no pintaban tan color de rosa, ya que Austria, Rusia y el Imperio Otomano tenían sus dudas sobre esta nueva República y decidieron armar la Segunda Coalición. Para colmo, Nápoles, Gran Bretaña y los realistas franceses se sumaron a la fiesta.

Ante esta movida, ¿Qué hace Francia? ¡Envía a Napoleón a Egipto, bajo dominio turco, con la esperanza de tomar el control del país! Todo porque el Directorio, la forma de gobierno francesa en ese entonces, estaba más celoso que un niño con su juguete favorito de Napoleón y su creciente poder dentro de Francia y el ejército. Además, Gran Bretaña estaba usando Egipto como trampolín hacia el Mediterráneo. 

En Egipto, Napoleón mostró su astucia en las batallas de Alejandría y El Cairo, utilizando su famosa táctica del "cuadrado", donde organizaba a su ejército en formaciones cuadradas para atacar con artillería e infantería. Esta estrategia resultó invaluable frente a la inferioridad numérica y fue clave para repeler a la caballería otomana en Alejandría. Pero no se crean que Napoleón estaba de vacaciones, ¡ni mucho menos! Mantenía un ojo en Francia, y al enterarse de que los británicos estaban planeando derrotarlo en Egipto y que el Directorio estaba sufriendo derrotas en varios frentes, decidió volver a casa para poner orden.

En su camino de regreso, decidió hacer una paradita estratégica en Malta para cortar el suministro británico en Sicilia. ¿Y qué encuentras al llegar a París? ¡Una Francia hecha un desastre! Corrupta, desgastada por la guerra, con las arcas vacías y acumulando derrotas ante Austria y Rusia.

 Así que en 1799, Napoleón, junto con uno de sus hermanos y un director general, organizó el famoso Golpe del 18 de Brumario, derrocando al Directorio y estableciendo el Consulado, con Napoleón coronándose como Cónsul Vitalicio de Francia. Después de este exitoso golpe de estado, reorganizó sus tropas y se lanzó a la Batalla de Marengo, un punto crucial en la Segunda Coalición que obligó a Austria a retroceder en todos los frentes.

 Mientras tanto, en Alemania, la batalla de Hohenlinden en 1800 marcó la derrota del archiduque Carlos de Austria y del Sacro Imperio, forzándolos a firmar el Tratado de Luneville, sellando la paz con Francia. Rusia y Gran Bretaña también se vieron obligadas a firmar la paz en la Paz de Amiens, aunque los verdaderos perdedores fueron los toscanos, quienes perdieron su autonomía tras un asedio francés en Porto Ferrajo. En resumen, ¡Napoleón dejó claro quién mandaba en Europa!

RESULTADO DE LAS GUERRAS REVOLUCIONARIAS

Aunque la Segunda Coalición no marcó el fin de la guerra, sí puso punto final a la Revolución Francesa, ya que los Realistas Franceses se involucraron únicamente en las dos primeras coaliciones.

Estas guerras fueron trampolines para dos figuras clave en las Guerras Napoleónicas: Napoleón Bonaparte y Horatio Nelson. Napoleón se alzó como el general más condecorado de la historia, logrando victorias como las de Marengo, Alejandría, Mantua y Milán. Por su parte, Horacio Nelson, como almirante naval británico, impidió que el ambicioso Napoleón extendiera su influencia a las islas británicas.

Además, estas guerras marcaron el ascenso de Francia como potencia mundial, así como el comienzo de la difusión de los ideales revolucionarios franceses en América Latina y más allá. Esto sembró las semillas del nacionalismo y el independentismo en Europa y el resto del mundo, dando lugar a las independencias en los Balcanes, en América Latina y alimentando los movimientos nacionalistas en Turquía y Francia.

 


¡Hasta la próxima entrega donde veremos la continuación de esta épica batalla entre Francia y Europa!

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